domingo, 19 de julio de 2020

BARRANCOHONDO

          Entre los municipios de Villar del Cobo y Tramacastilla, el río Guadalaviar y el lento cincel del paso del tiempo han abierto una espectacular y profunda brecha que recorre tortuosamente una parte importante de la Sierra de Albarracín, no demasiado lejos de la carretera que une ambos municipios. 
          Enormes meandros flanquedos por acantilados calizos plegados y fracturados del Jurásico hacen de ese lugar uno de los más espectaculares y solitarios de la provincia. El paisaje esta determinado por la labor erosiva fluvio-kárstica del río al encajarse en el relieve, uno allí dentro tiene la sensación de ser una hormiga errante que lucha por salir del interminable y a la vez misterioso pasillo.

Mapa-esquema extraído del blog de Drakis

          Comenzamos dejando un coche en la paridera junto a la escombrera de Villar del Cobo, el segundo nos esperaba en el mismo puente de Tramacastilla, junto al área recreativa al salir del pueblo. Desde allí, el cauce del río discurre seco la mayor parte del año, y así lo encontramos durante los primeros 4,5 km hasta el Salto de Pero-Gil, primer estrecho del cañón y lugar donde se cuenta una leyenda. En la brecha pudimos refrescarnos con el agua que alguna de las pozas todavía mantiene procedente de las abundantes lluvias de primavera. 
          Recorrimos íntegramente la parte seca del barranco, llegando a los 7,5 km al segundo estrecho, caracterizado por la existencia de una cueva y el caos de bloques que aparece en medio de la rambla.

Salto de Pero Gil, primer estrecho del cañón

LEYENDA DE PERO GIL
          Pero Gil era escudero del Cid. Este, cuando todo el territorio era ocupado por los moros, vino a luchar contra ellos, adentrándose por toda la sierra. El rey moro mandó contra el Cid algunos jinetes árabes para sabotear sus huestes, a las que sorprendieron en el desfiladero de Barranco Hondo
          Allí, Pero Gil marchó huyendo a caballo seguido de cerca por los moros que conocían bien el lugar y sabían la profunda garganta que se abría en aquella aparente llanura, y que Pero Gil ignoraba. El caballo de Pero quiso retroceder ante el precipicio, sin embargo le espoleó y de un gran salto atravesó el foso, quedando a salvo.
          Desde entonces, los juglares moros y cristianos narraron la hazaña denominando al lugar el Salto de Pero Gil. 
Algunas pozas todavía mantienen agua, oasis de insectos y ranas en medio de la sequía  

Grandes acantilados donde es fácil ver buitreras

Segundo estrecho en el interior de la garganta

          Y a los 8 km   ¡INCREÍBLE!   el resurgir de la vida. De la nada renace el río a partir de simples burbujitas que brotan a decenas desde los guijarros de fondo, sumándose algunas surgencias y fuentes más caudalosas. Se crea en pocos metros el nuevo Guadalaviar, un río que pocos kms arriba se tragó la tierra y que no dejará ya fluir hasta formar nuestro Turia en la confluencia con el río Alfambra, muy cerca de la ciudad de Teruel. 
          Para finalizar nos quedaba la "joya de la corona", el pasillo inundado del tercer estrecho a partir del kilómetro 9,5. Para atravesarlo nos ataviamos con nuestros neoprenos, que además nos vinieron de perlas para continuar el descenso acuático hasta Tramacastilla, el agua es muy fría en las pozas y sin equipo adecuado la hipotermia está garantizada.

Fría y caudalosa surgencia en el renacimiento del Guadalaviar

Espectacular pasillo del tercer estrecho

          A pesar de no tener movimientos de agua peligrosos, el "pozo negro", justo al salir del estrecho y situado a la izquierda del descenso, sería el único punto de riesgo en caso de que se vaya justo en esos menesteres de la natación. Si el caudal es bajo, se puede pasar sin problema bien pegados a la margen derecha donde cubre menos. El fantasmagórico topónimo se atenúa por ese lado.


Pozo negro

          Muy a nuestro pesar, llegamos al azud del kilómetro 10 donde el barranco se abre, seguidamente el Molino Viejo y la pequeña piscifactoría "Los Pajares", indicadores de que la aventura estaba a punto de terminar. Todavía nos quedaban los últimos 4,5 km disfrutando del frescor del bosque de ribera. En total 14,5 km de descenso mixto donde no encontramos ningún tramo en el que se hiciese necesario el uso de cuerdas, aunque logicamente esto dependerá del caudal, el cual habrá que evaluar antes de meterse ¡esos acantilados no se han formado solos!


A
 Azud del Molino


Mesa de interpretación del Molino de Barrancohondo
¡Fin del trayecto! 
Puente de Tramacastilla y nuestro coche

Imprescindible ¡calzado adecuado!
(ya que si no tendrás que sacar lo mejor de tu instinto MacGyver para encontrar útiles de progresión segura)


          Desde practicamente mi adolescencia había querido recorrer Barrancohondo y nunca había encontrado el día, antes practicamente solo éste se conocía deportivamente en la provincia como apto para los amantes de los descensos de cañones. ¡Al final todo llega! 



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